Uriangato, conocido por el comercio textil, ha visto una transformación en los últimos años y los talleres han dado paso a otra forma de producción, las personas que se dedican a la industria textil, en su mayoría mujeres, han optado por una ruta diferente, comprar sus propias máquinas y establecer “talleres” en sus hogares. Este movimiento hacia el autoempleo ha sido impulsado tanto por la necesidad de seguir trabajando y de cuidar de sus familias.
En este nuevo modelo de trabajo, las personas que se dedican a comercializar la ropa llevan los cortes a estas “casas talleres”, algunas ocasiones el hilo y las especificaciones de lo que necesitan a las casas taller con una fecha de entrega, donde las mujeres realizan las distintas partes del proceso, a este proceso lo conocen como “maquila” y a quienes se dedican a esto como “maquiladoras” u “obreras textiles”.

Cada máquina de coser tiene una función específica y estas varían según cada prenda: la overlock para el armado de las partes de la prenda, la collareta para bastillas y la recta para detalles. Esto permite una producción eficiente. Rosi, quien cuenta con estas tres máquinas, trabaja junto con sus hermanas Fátima y Ruth desde 2021 en su casa. Desde niñas aprendieron a usar las máquinas, trabajando primero en un taller. Después de un tiempo sin trabajar, decidieron continuar con esta labor y se dedican especialmente a hacer ropa de dama.


En estos talleres en casa, no existe un horario fijo de trabajo. Las mujeres organizan su tiempo según las necesidades de producción y las demandas familiares. Rosi comenta que le gusta mucho este trabajo porque ella puede decidir su horario …
Distinto al trabajo en una fábrica o taller donde se debe de cumplir con un horario establecido.
Otras casas taller siguen un patrón similar, adaptándose a las necesidades para poder trabajar y estar con sus familias. Mujeres como Flora, quien también optó por este modelo, explica que una de las principales razones para cambiar fue la explotación laboral que sufría en los talleres.

Flora, quien comenzó a trabajar en la industria textil hace 40 años, optó por dejar de laborar en talleres hace 15 años debido a las difíciles condiciones laborales. En su último empleo en un taller, las jornadas terminaban cerca de la medianoche, y al día siguiente, a las 8 de la mañana, el patrón la recogía a ella y a sus compañeras para reiniciar el trabajo, de lunes a domingo, con solo un breve descanso los domingos por la tarde.
Fue entonces cuando decidió cambiar su situación. Con dinero que su padre le prestó, compró su primera máquina Overlock de segunda mano y comenzó a trabajar por su cuenta, sin volver jamás a un taller.


Durante la pandemia Chuchita antes de trabajar desde su hogar, estaba empleada en un taller, pero durante ese periodo, “las descansaron por tiempo indefinido.” A pesar de la suspensión, no les quisieron pagar ni siquiera el salario mínimo, y tampoco contaban con seguro social comentó Chuchita. Esta falta de protección laboral la llevó a empezar a trabajar en su casa, fabricando cubrebocas.



Actualmente, Flora se dedica principalmente a la confección de uniformes escolares. Ella realiza todo el proceso desde su casa, desde recortar y armar las piezas, hasta coser con sus tres máquinas, planchar y empaquetar los uniformes. Al igual que ella, en casa de Chuchita se dedican principalmente a la fabricación de playeras deportivas junto a su hermana y su cuñado, desde el sublimado, el corte, armado, hasta la costura y empaquetado.


El trabajo en las casas taller varía según la temporada. Hay periodos de baja demanda, donde las tareas son esporádicas y el ingreso es menor, y temporadas altas, donde los pedidos aumentan y el trabajo se intensifica. Durante las épocas de alta demanda, las mujeres trabajan largas horas para cumplir con los plazos de entrega.
Cristina, quien vive con su mamá, su tío y sus cuatro hijos, es otra de las mujeres que ha trabajado tanto en taller como en su casa, y reafirma que prefiere trabajar en casa “Si uno tiene hijos, está uno al pendiente de sus hijos, y pues te dedicas, estas un ratito en la casa y un ratito en la máquina y en un taller no, en un taller te ponen un horario que tienes que cumplir al entrar, al salir y volver a entrar y no te dejan llevar a los hijos, muchos talleres son estrictos y no te dejan llevarlos.



Maquileras, obreras textiles, trabajadoras… Como se les nombre, estas mujeres son una parte esencial de la industria textil en Uriangato y visibilizar su labor es fundamental para entender su contribución tanto a la economía local como a la sostenibilidad de sus familias. En un contexto donde los derechos laborales han sido limitados, han encontrado en sus hogares un espacio para seguir trabajando de manera independiente. Su historia evidencia una transformación en la forma de trabajar en Uriangato, mostrando cómo estas mujeres han adaptado sus vidas y sus hogares a las nuevas condiciones del mercado y la sociedad.
